viernes, 17 de febrero de 2012

"El corazón siempre habla".

“Si me preguntas si me gusta tu compañia, la respuesta es si. Sin embargo, si quieres saber si puedo vivir sin ti, la respuesta tambien es si”.

Ya es de madrugada. Me percibo sólo frente a la inmensidad de una soledad aterradora. Tengo un duende dentro  que me presiona el pecho. Mis emociones están completamente anuladas. Lo único que es…  es la nada. Y al mismo tiempo esa nada es algo, porque lo es todo. Y ese todo es el que oprime y logra que contemple toda la creación bajo un velo de oscuridad. Suena de fondo “Awake my soul”. A nadie le interesa. Ni a mi. Me intuyo realmente molesto con la creación y me pregunto nuevamente si el mundo no nació equivocado… O si el equivocado soy yo.

Para Aristóteles el hombre era tal porque tenía la facultad de pensar, de razonar… Si, todo bien, pero si nos quedamos con eso, todo se va al carajo. Quizás el hombre sea hombre porque razona… Yo digo que el hombre es persona porque siente. Porque cubre el velo de la razón con algo más que palabras que surgen de la mente, sino con un nuevo lenguaje que parte del corazón y se traduce en amor. Y eso nos hace libres… Porque el camino mas rápido hacia la libertad es sentir los propios sentimientos. Me declaro harto de las actitudes de algunas personas. Indignado… “Si tuviera un Mauser” escribió Prodan… Aquellos seres, mezcla de “farsantes del Durlock” con la nueva estirpe de “libres pensadores” (como se autodenominan) y totalmente envueltos en el nihilismo propio de la actualidad. Seres vacuos que no se animan a… vivir. Porque, para ellos, el miedo de vivir esta vida es mayor a la felicidad que implica vivirla. Por eso prefieren esconderse bajo miles de caretas mostrando algo que, en definitiva, les gustaría ser pero no pueden lograrlo porque… ¡No se animan! ¿Porqué? Porque todo lo racionalizan… Todo lo piensan y prefieren PENSAR antes que SENTIR… Que distinto sería si se dejaran de pensar en la vida y se resolvieran a vivirla. Me declaro culpable de animarme a sentir… De dejar de pensar… De ser más humano que hombre por momentos y de darme cuenta que la grandeza de la creación no sería la misma si no existiera el lenguaje que va más allá de las palabras… El lenguaje del corazón.

En este momento, acabo de releer el último párrafo. Pensé en borrarlo, pero no… Considero que lo he escrito enojado pero aún así es una expresión que no deja de pertenecer al mundo de sentimientos en el que me desenvuelvo. Pero ahora me quiero referir a las personas que cada vez que salen al encuentro del otro, lo hacen con el corazón en la mano y la sonrisa en el rostro. Son aquellas personas que interpretan el lenguaje del corazón. Y el que aprende a descifrar ese lenguaje, aprende a descifrar el mundo. Porque, vuelvo a repetir, creo que el mundo entero es una vorágine de belleza que se ordena ante la contemplación de la misma bajo el amor. Y el amor utiliza el lenguaje del corazón. Lo curioso (y genial) que tiene el amor es que se descubre como aquella fuerza transformadora del mundo… Cuando amamos siempre queremos ser mejor de lo que somos. Por eso cuando reconozco personas que hablan el lenguaje del corazón intento permanecer a su lado… Y eso alimenta mis certezas. Certezas de que hay gente que quiere un mundo mejor… Gente que le interpela profundamente ver a alguien sufriendo… Gente que se anima a soñar… Que está constantemente en búsqueda sorteando tormentas y vientos huracanados… Gente que sabe por experiencia que ningún corazón jamás sufrió cuando fue en busca de sus sueños, porque cada momento de búsqueda es un momento de encuentro con Dios y con la Eternidad… Gente que… ¡VIVE! Y lo hace por el simple hecho de… animarse.

Me tengo que autoconvencer de darle la importancia que se merece al presente. El pasado ya es historia y no hay que usar la memoria como sofá sino como trampolín. Y el futuro no me pertenece. Somos profetas de un futuro que no es nuestro. Supongo que aquel que permanece siempre en el presente le resulta más fácil ser feliz… Disfrutando cada mísero y minúsculo segundo de la vida. Es tan simple… Y ese es el problema, es tan simple que se nos complica y se nos hace difícil apreciar lo sencillo y lo cotidiano. “No dejes que termine el día sin haber crecido un poco, sin haber sido feliz, sin haber aumentado tus sueños” dice el Maestro Walt. Y que no suene utópico. Porque no lo es. La utopía en realidad no existe porque todo es posible. Cuando deseamos algo con verdadera pasión y ese deseo proviene de la Naturaleza del Universo, que no puede sino pensarse como benévola, todo el Universo mismo conspira para que se cumpla.

Hoy en día siento que, poco a poco, empiezo a interpretar aquel lenguaje que va más allá de las palabras y que me devela el mundo tal cual es. Y a parar la oreja… Que el corazón siempre habla.-


"Hermanos y hermanas de otra sangre, de otro lugar, pero con el mismo corazón".