viernes, 15 de febrero de 2013

"La alternativa fue (y es) el barro..."

Pobres son los que mueren antes de tiempo.

¿Se imaginan un Mundo donde quepan todos los mundos? Yo si. De hecho, no sólo me lo imagino. Se que existe. Es una realidad. Una realidad que se hace nueva diariamente en el accionar concreto de algunas personas. 
Creo que este Mundo comienza desde los primeros gesto humanos: la mirada y la palabra. Hay miradas que son serenas, que dan paz; que son como una caricia al alma; que iluminan hasta la oscuridad más densa. Hay miradas que derriban muros sociales llenos de prejuicios y que, al lograr esto, dan paso a aquellas miradas que captan el sufrimiento, la soledad, el desconcierto o el abandono que sufren muchos y muchas.


Porque no podemos permanecer impasibles ante la cruda realidad de la pobreza que azota a tantas personas. Pobres son aquellos encorvados, doblegados, humillados por la vida misma, ignorados, despreciados y estigmatizados por una gran porción de la sociedad. Pobres son aquellos victímas de la estructura injusta y la violencia institucionalizada de la que todos somos partes y que en distinta medida, a veces consciente, a veces inconscientemente, tambien ejercemos. 


La mirada es el primer elemento que nos introduce a esta realidad. Nos sumerge en las primeras líneas de esta historia de injusticia, de violencia y de dolor. Una mirada que genera una responsabilidad hacia el otro que sufre y que me dice hay cosas que definitivamente no deberían ser así y que me mueven a dar una respuesta. 


Y la palabra es el complemento. La palabra es un instrumento muy poderoso que podemos usar para el bien o para el mal. Lo que es indiscutible es que la palabra libera. 


- Hola ¿como andás? - fue el saludo a los pibes sentados en la vía.


- Hola, bien... Gracias por el saludo - fue la respuesta. 


"Gracias por el saludo". ¿Será porque vivimos tan apurados que ni saludamos? ¿O será que, ya casi como una cuestión cultural, estamos acostumbrados a darle vuelta la cara y negarle la palabra y la mirada a las personas de los estratos sociales más bajos? Bueno, fui muy tendencioso con la pregunta. Pero lo cierto es que la frase "gracias por el saludo" encierra otro mensaje de fondo: "Gracias por hablarme, por no ignorarme, por no estigmatizarme ni juzgarme".


La palabra y la mirada sirven a un primer principio movilizador de este Mundo que estoy hablando: la compasión. 


La mirada y la palabra generan compasión. La compasión se despierta en nosotros cuando miramos atentamente a los que sufren. Y por la palabra ingresamos al mundo vital que profundiza la compasión, aquel principio amoroso fundamental.


Lo decisivo no es la teoría, sino la compasión que lleva a ayudar al otro cuando está necesitado. Es el único modo de mirar el mundo, de sentir a las personas y reaccionar ante el ser humano de manera parecida a la de Dios. 
Es el principio de actuación de este Mundo que encierra todos los mundos. Y este Mundo no es otra cosa que el Reino.

El Reino no es una religión. Va más allá de las creencias, preceptos y ritos de cualquier religión. Es una experiencia nueva de Dios que lo redimensiona todo de manera diferente. Podemos decir que Jesús sólo buscaba una cosa: que hubiera en la tierra hombres y mujeres que comenzaran a actuar como actúa Dios.


Porque así es el Dios del que hablaba Jesús. Es compasivo. Es un padre bueno. Dios es un padre que busca orientar la historia hacia la liberación de todo lo que esclaviza y degrada al ser humano. Y la única manera en que podía lograrse esta liberación era pisando barro. Esa fue la alternativa de Jesús ante la violencia institucionalizada que perjudicaba a los más desfavorecidos, a los pobres. Es decir, a aquellos que morían antes de tiempo. Por eso vivió entre ellos y compartió penurias. Por eso se atrevió a mirarlos compasivamente, sanadoramente. Por eso con su palabra sanó corazones y heridas legendarias de tiempos inmemoriables. Porque además de sanar personas y nombres concretos, Jesús sanó la historia. Historia de dolores ancestrales. Jesús pisó barro.

Y Jesús no hizo diferencia de religiones, de partidismo, ni de culturas. Porque en el proyecto de Dios basta con ser humano. Este proyecto, lo único que pide, es una vida más digna y dichosa para todos. El reino es el Mundo donde caben todos los mundos: Acoger el Reino implica poner a las religiones y a los pueblos, a las culturas y a las políticas mirando hacia la dignidad de los últimos.

Actualmente la historia sangra. Se nos muere entra la ignorancia y la violencia. Y no hay otra forma de pensar al Reino que no sea como la restauración de la justicia social. Y eso implica poner todos nuestros esfuerzos en tratar de dilucidar la manera y los métodos de que esa restauración sea efectiva. Muchas veces no es claro. La teoría es perfecta. En los exámenes nos sacamos un diez. Y en la práctica se nos encoge el corazón. Porque a veces no encontramos respuestas, no encontramos caminos.

La violencia de ayer no es la misma que la de hoy, pero nuestro amor si que es el mismo. Se que no es una respuesta muy concreta, pero el amor compasivo es el principio de actuación de este Reino, es lo que nos mueve a acercarnos a la gente con el corazón dispuesto. Es lo que nos anima a relacionarnos, lo que propicia ese encuentro tú a tú donde restablecemos dignidades. Donde la mirada y la palabra expresan, desde lo misterioso y lo escondido, que hay un Dios que desea una vida digna y dichosa para todos.

Si, es cierto, el Reino es una realidad que exige la restauración de la justicia social. Y si contemplamos esta restauración bajo la óptica del amor, descubriremos que la misma debe hacerse a partir del encuentro fraterno, de la historicidad, de la inculturación, de la mirada y la palabra, de la comunión. Todo esto lleva al plan original de Dios : a la liberación, a la humanización, al innegable hecho de que todos debemos ser igualmente dignos.

Creo que allí en el barro encontraremos las respuestas que ansiamos. Y si es que venimos chapoteando desde hace rato sin ver un poco de luz, quizás deberíamos ir más profundo todavía. Con el barro al cuello todavía se puede respirar. Y es lo único que necesitamos.



Solamente cuando la rebeldía está coordinada y encausada en un movimiento de liberación, adquiere la eficacia necesaria para luchar con éxito.