martes, 22 de enero de 2013

"Ni una muerte más..."


“Al que muere entregando la vida no se le puede llamar muerto”.


Basta. Ya está. Desde una primera instancia hay hechos que son inaceptables. Inadmisibles. Que no deberían caber en el espectro de posibilidades humanas. Pero tenemos la costumbre de extender los límites. Pareciera que lo inconcebible debe ser concebible en una sociedad que se acostumbra a la violencia, a la mentira, a la tristeza, a la injusticia… A la muerte.


“Ando calzado. Estoy saliendo a robar”. Mi mirada se pierde en el pibe de 12 años que después de decirme eso me da la espalda y camina por la vía. Estamos acostumbrados ¿no?


“No podía mantenerse en pie de lo drogado que estaba”.  Con 10 años comenzó a destruirse de a poco la vida. Estamos acostumbrados ¿no?


Una pelea entre bandas. Se nos va otro pibe. Con 17 años, toda una vida por delante. Entre la violencia y la inseguridad la muerte nos sonríe. Estamos acostumbrados ¿no?


Acostumbrados y un carajo. Basta. No nos podemos acostumbrar a la muerte. El día que eso pase renuncio a mi vocación y me voy a vivir a la montaña.


Basta de muerte. Basta de gobiernos corruptos que transan con los narcos mientras comercializan la vida de nuestros pibes. Basta de policías que negocian la distribución de la droga con billetes manchados de sangre. Basta de verdades calladas y mentiras gritadas a viva voz.


No es posible cruzarse de brazos. No mientras la ciudad se convierte en un México o en una Colombia. No es posible quedarse quietos cuando vemos como las personas se nos van entre la violencia y las adicciones. No es concebible. No es siquiera imaginable.


Ponernos en movimiento implica hacer una lectura a conciencia de lo que está sucediendo. Hay que actuar. Podemos hacer lo que esté a nuestro alcance. Y, paradójicamente, lo que está a nuestro alcance es aquello que nosotros queremos que esté a nuestro alcance. Conocedores de las consecuencias y de los riesgos, es indispensable que estemos en movimiento. Pensando constantemente. Ideando estrategias para ganarle la pulseada a la muerte. Si no lo hacemos nosotros nadie más lo va a hacer. Ya no podemos esperar que alguien o algo venga a solucionarnos problemas que hace años que nos acosan y que cada día sufrimos con más fuerza.


¿Como es posible que, como dijo el Ministro de Seguridad, no haya en la zona centros de rehabilitación para drogadictos? Rosario ya es una ciudad narco. Tenemos barrios que están metidos hasta el cuello en la droga y otros que van camino a eso. Si esto no se puede solucionar de raíz, al menos se puede prevenir y disminuir los daños.


Lo único que no se negocia es la vida. Y hace tiempo que se viene transando con ella. Por eso la necesidad de decir “basta”. Con la vida no se juega.


La única forma de luchar contra esto es trabajando en red. Uniendo fuerzas y uniendo manos. Si seguimos cada uno en lo nuestro vamos a seguir nadando en un mar de pescadores que echan las cañas por su cuenta y que no tienen la inteligencia de construir un medio-mundo entre todos para pescar mejor.


Hay riesgos. Siempre los hubo y ya están asumidos. Si nos van a matar, que sea cubiertos de barro. Pero quedarnos con los brazos cruzados significaría ensuciarnos las manos de la sangre que odiamos ver perder. Un compromiso nos compele a actuar. Y no sólo un compromiso, sino una fuerza extraordinaria que es imposible ignorar, ya que nos hermana a todos: el Reino.

Poner el corazón y las manos a obrar va a ser el grito que vociferemos como estandarte: Ni una muerte más.